6.08.2020

¿FIN DE LA RELIGIÓN O RENACIMIENTO DE LA ASTROLOGÍA?


Hoy no tenemos una narración, un relato que nos una como pueblo, como humanidad, y que nos permita trazar las huellas de la historia de la que somos responsables*

Desde las antiguas civilizaciones y cosmovisiones indígenas que atraviesan los 7 continentes, la creencia de que hay algo más grande que nosotros, que sostiene y ordena el universo en el que estamos inmersos, ha sido una base común y compartida para erigir sobre esto todo el sistema de vida de los habitantes de las distintas culturas que hay -y habían- en el mundo; por supuesto, debemos excluir de esto, al aldeano global metropolitano y neoliberal que produce la sociedad actual, nuestra "sociedad del conocimiento". 

¿Qué tiene de intelectual el no sentir conexión con nada o autodenominarse derechamente 'ateo'? A-theo, es decir, sin divinidad, sin deidad, sin dios. Puede que la religión judeo-cristiana y la institucionalidad religiosa hayan otorgado una connotación negativa a la palabra "dios" o "deidad" a lo largo de los años, porque lo asociamos a una adoración extrema, irracional, fuera de lógica e incuestionable, pero creo que se debe reivindicar esa palabra y entenderla desde su origen, como algo más grande que nosotros, de lo cual depende nuestra vida y nuestra muerte, y que debemos respetar como parte esencial de nuestro ser. 

¿Cómo pueden ser falsedad las grandes verdades que revelan el corazón del hombre a través de un mito o una obra de arte?(...)¿Acaso son explicables los grandes valores que hacen a la condición humana, como la belleza, la verdad, la solidaridad o el coraje?

Los griegos asociaban sus deidades a los elementos de la naturaleza y a las pasiones humanas, porque eso -para ellos- movilizaba sus vidas. Los mapuches, incas, mayas y aztecas adoraban la naturaleza: el sol, el agua, la noche...y, ¿a qué rendimos tributo nosotros? El hombre y la mujer contemporáneos, hijos de la globalización, escépticos y soldados del conocimiento? Si me lo preguntan a mí, estamos donde estamos, encaminados hacia la destrucción, involucionando y peleándonos todos con todos, gracias a la carencia de algo en lo que creer; a la figura vacía,a la falta de una deidad (que en muchos casos somos nosotros mismos, auto-rindiéndonos culto en esta corriente del narcisismo y las constantes selfies que parecieran nunca terminar). Y es porque es inherente a nuestra especie, la creencia de algo que nos ordene, que nos de lucidez u orientación, de lo contrario, la vida se vuelve caos. 

La astrología es una respuesta a esta carencia. Los antiguos griegos tenían muy clara la importancia cosmogónica de la ubicación de las estrellas y los planetas. Los egipcios y mesopotámicos organizaban sus tiempos en función de las estrellas, el sol y la luna, y no por nada. La influencia de los astros es tan grande en las vidas de los seres vivos que habitamos la tierra, que no puede pasar desapercibida, ni mucho menos ser menospreciada. Y digo todo esto, porque muchas personas confunden la astrología con el horóscopo semanal, y una cosa no tiene nada que ver con la otra. Necesitamos sentirnos identificados con algo, lanzar una cuerda al universo y sentirnos arraigados a la pachamama de alguna forma: a través de las constelaciones bajo las que nacimos, a través de la influencia del sol y la luna en nuestras emociones y nuestro carácter; o sencillamente para diferenciarnos del resto de los animales, que no tienen conciencia de que su vida aquí no es eterna. La astrología es parecida a la fe de los cristianos, sabes que está ahí y sientes que influye en ti pero no sabes cómo explicarlo -y no tienes por qué hacerlo ya que de eso se tratan las creencias, o no?- Aunque para mí la astrología es un poco más racional que la fe, porque se ha demostrado que el sol, la luna y la ubicación de las estrellas y planetas influyen en el crecimiento y desarrollo de los seres vivos. Si una planta abre sus hojas cuando amanece y las cierra cuando el sol se pone, por qué no podríamos pensar que con nosotros sucede lo mismo? No con todos, obviamente, porque respondemos a distintos estímulos, pero un porcentaje de la población mundial sí? O si el nivel del mar aumenta cada vez que hay luna llena, no se alborotarán aún más nuestras emociones? De eso trata la astrología: no de comportamientos idénticos, ni de magnetismo sexual en signos de fuego, ni de pulcritud en signos de tierra. La astrología es la creencia ferviente de que el universo y los astros influyen en nuestro desarrollo y en cómo percibimos las energías de la naturaleza, por medio de nuestras emociones y sensibilidades. No hay ninguna creencia del aldeano global neoliberalizado más hermosa que esa, que nos conecta con la tierra, la naturaleza, el universo, y es precisamente la que necesitamos ahora, en que vivimos conectados a un territorio que no existe y en el que ni siquiera podemos cultivar. 

¿Qué ha puesto el hombre en lugar de Dios? Ya que no se ha liberado de cultos y altares. El altar permanece, pero ya no es el lugar de sacrificio y abnegación, sino del bienestar, del culto a sí mismo, de la reverencia a los grandes dioses de la pantalla.

(*) Ernesto Sabato, La Resistencia, p.45- p.47