A Fran, quien amó desde la inocencia.
La Niña que murió de Amor
- Fue lo mismo que te pasó con mi papá – le dije.
- Sí… pobre Fran – me contestó ella.
La Fran era la ex polola de mi hermano. Tenía como 26 años y habían sido pololos por 8 años, más o menos. Vivieron juntos en una ocupa y luego en una de esas casas pareadas en Placilla. Se conocieron en la plaza, con los skaters, los raperxs, y los breakers, cuando en la plaza aún podías estar piola hasta altas horas de la noche.
Mi mamá la había recibido con mucho cariño porque decía que la Fran era una de esas niñas que se habían criado en la calle de chiquititas; nunca hablaba de su familia y siempre andaba con mi hermano para todos lados. Mi mamá le tenía buena.
- Yo creo que por eso me molesté tanto con ella cuando terminó con el Jano; ni siquiera se vino a despedir de nosotras, es como lo mínimo creo yo – le dije.
- Sí negrita, pero la Fran no tiene una familia como la tuya, está fuera de esos márgenes sociales porque nunca se los inculcaron. Además, si tú hubieses sido infiel tampoco te habrías ido a despedir de la familia - añadió.
- Es verdad – le dije -. Ahora me siento mal. La última vez que la vi, fue en Errázuriz andando bicicleta feliz de la vida con un chiquillo. El Anti la saludó, pero yo me hice la hueona. Qué mala onda fui.
Nunca me habría cuestionado esa última vez que vi a la Fran, pero cuando alguien de repente está en el hospital, vuelves a ese momento en que la viste por última vez. Tampoco es que la Fran haya sido muy amiga mía: cuando ya llevaba un par de años con mi hermano la invité a la playa. Nos fuimos caminando por toda la costa hacia Concón con su mejor amiga. La Piti y la Poti le decíamos, porque andaban juntas pa’ todos lados. Sin embargo, esa fue la única vez que salimos las dos, sin mi hermano, así que no puedo decir que la conocía muy a fondo; aunque pasaba en la casa de mi mamá, así que igual fueron varias veces que compartimos con ella. Compartió más con la Inara, mi hermana chica. La llevaban a pasear con el Jano, cada vez que ellos iban a algún lado a hacer ejercicio o caminar. Estaban encariñadas las dos.
- El Jano me contó que la Fran había ido a venderle su bici una vez porque necesitaba plata – me dijo ella.
- ¿Y se la compró? – le pregunté.
- No, le pasó 20 lucas, para que no vendiera su bici.
- Ah! – solté.
- La Fran me llamó cuando le dijeron que estaba enferma. Al parecer nadie de su familia entendía la gravedad del asunto. Se lo tomaron a la ligera y se dedicaron a esperar, a esperar y esperar…
- El puto sistema de salud de este país po’ – solté con rabia – si no te peleas con medio o mundo o no tienes plata, estás destinado a esperar – le dije.
- Sí…no sé, si hubiese sido mi hija no le habría pasado lo que le pasó – me dijo.
La Fran había terminado con mi hermano en mayo del 2019, porque después el Jano se fue a vivir conmigo y el Anti. De a poco me fue soltando que la Fran estaba con otro chico cuando terminó con él. Me contó que él tuvo que preguntarle porque la sentía rara y distante, y le dijo que mejor terminar a que ella estuviera infeliz y con otra persona. Terminaron en buena: en ese sentido, el Jano es bien maduro, siempre quiere estar tranquilo y feliz en su vida, por eso no alarga situaciones pencas.
- Ya y ¿qué pasó después? – le pregunté.
- Tu hermano me dijo que en Febrero del 2020 la Fran había ido a llorarle porque el chiquillo la había dejado por otra.
- ¿Y ahí fue cuando el doctor le detectó el papiloma?
- Sí, se había hecho el último pap cuando terminó con tu hermano y estaba todo bien. Pero el doctor me dijo que la Fran dejó de ir un año completo y, cuando volvió a hacerse el examen, ya estaba avanzado – me contestó.
- Chucha – repliqué.
Mi mamá también había tenido el papiloma. Yo estaba como en 5º básico y me acuerdo que me contó que mi papá le había pegado esa hueá.
- Lo portan los hombres y se lo transmiten a las mujeres. Pero a ellos no se les desarrolla – me dijo –, a las mujeres sí, se les activa cuando los hombres no cuidan su sexualidad y, si no se lo tratan, les pasa a cáncer al tiro -le había dicho el doctor esa vez que fue por culpa de mi papá-.
Yo sabía que mi papá era lacho, pero nunca pensé que fuera tan descuidado y cara e’ raja. Le había dicho a mi mamá que probablemente ella andaba “hueveando” por ahí y se lo pegó. Mi mamá la pasó mal ese tiempo. Tenía que ir a hacerse mil exámenes y controles prácticamente todos los meses.
- La Fran no fue tan minuciosa con su salud – me dijo ella.
- Entonces si el Jano no la contagió, fue el loco por el que lo dejó – afirmé.
- Sí – me dijo.
- ¿Y quién es?¿Lo sabe?
- No lo sé, solo sé que lo conoció en el gimnasio y que el chico era bien superfluo y preocupado por su apariencia física. Tu hermano me contó.
- Puta, otro más que no se hace cargo de su sexualidad ¿Y terminó con la Fran antes o después de eso? – pregunté.
- Parece que terminó con ella y luego la Fran fue a hacerse el examen del pap cuando andaba bien bajoneada. Al parecer estaba muy enamorada de este niño.
- ¡Empotada! ¡Nica enganchada! Me tinca que con lo pesao que es el Jano, este niño la trató bien o le dio un poco de atención y la Fran se empotó al tiro – señalé algo molesta.
- Puede ser – me dijo – pero a estas alturas ya no hay nada qué hacer. Lo único que quiero es encontrar a ese cabro y decirle que se haga responsable de las hueás que hace – soltó con enojo.
El Jano me había contado que un amigo de la Fran le había dicho que él sabía que la Fran le había hecho una magia o algo así al niño cuando la dejó. Quería estar a toda costa con él y estaba sufriendo mucho. No sabía qué hacer.
A mí me da tanta rabia cuando las minas nos enamoramos de hueones que nos destruyen, que nos hacen sacar lo peor de nosotras; nuestras inseguridades se multiplican y pensamos que la vida no es vida sin ellos. Yo también he pasado por eso; la mayoría, de hecho. Creo que esa experiencia es inevitable para distinguir alguien que te quiere de alguien que no, pero es tan injusto cuando esa experiencia te lleva a la muerte. No es la primera vez que le pasa a unx de mis amigxs.
- ¿Entonces los hombres desarrollan esa huéa en ciertas instancias? – le pregunté – y, si no se enteran ¿se la transmiten a las mujeres?
- Sí – me confirmó.
- Puta la hueá. Era joven la Fran, le faltaba caleta por vivir. Ni siquiera había terminado su tesis.
- A mí también me da pena eso. Pero tengo más rabia que pena – me dijo-. Me da rabia que la familia se haya quedado de brazos cruzados esperando que el cáncer fuera avanzando hasta que ya no quedara nada de ella. No sé cómo una madre deja que se le muera su hija, así como así, con tanta resignación y tranquilidad.
- No sabemos lo que pasa por dentro de ella tampoco, no podemos pensar que está bien porque nunca dice nada – le dije.
- No lo sé, negrita. Puede que esté en shock aún, pero lo de la Fran se pudo haber evitado de tantas formas – dijo cabizbaja.
- Lo sé, pero no podemos hacer nada ahora. Ya es tarde.
- Te prometo que voy a encontrar a ese cabro, no puede ser que no se entere de lo que pasó por su culpa ¿te imaginas a otra niña le pasa lo mismo que a la Fran? No, no puede pasar de nuevo. Se lo debo a la Fran; yo se lo prometí cuando le fui a rezar la última vez que la vi. Estaba tan flaquita, me dio pena verla – señaló con los ojos llorosos.
- Cacha que yo soñé con ella – le dije -.
- ¿En serio? – me preguntó.
- Sí, anoche. Soñé que estaba acostada en una cama, pero como cuando una se sienta en la cama con la espalda apoyada en la almohada. Era una pieza con piso de madera – le conté.
- Su pieza es así – me dijo. ¿La conociste?
- No, nunca fui a su casa – le dije-. La miré a los ojos y con mi mente le dije: Lo siento. Ella me miró y asintió sonriendo. Le pedí perdón por no haberla saludado esa última vez que la vi en la calle. Creo que sentía una culpa inmensa por haber hecho así nuestro último encuentro.
- Al menos ya sabes que te perdonó – me dijo.
- Era bonita la Fran, cada vez que veo a niñas de pelo largo y liso en la calle me acuerdo de ella – le dije.
- Yo también – respondió ella.
Terminamos de tomarnos el té y nos paramos a lavar la loza.
En su funeral, la Poti -la amiga con la que andaba para todos lados- lloraba desconsoladamente. Te amo, amiga – le decía al ataúd. Era la que más estaba sufriendo. Si no hubiese sido por ella, que la conocía más que cualquiera, no habrían puesto “Love on the brain” de Rihanna mientras bajaban el ataúd.
- La Fran no se quería morir, tía – le dijo la Poti a mi mamá en el oído, mientras la abrazaba en lágrimas.
Tlahtoani May