Siempre se burlan de nosotros los idealistas:
somos el foco de las bromas,
el centro de las burlas,
la carnada perfecta
para atacar las ilusiones poco realistas,
y que no calzan para nada,
con la muestra social.
Los idealistas somos el gran anhelo
que duele
al verse incumplido;
la utopía
de los no-soñadores,
que en el fondo de su corazón,
quieren creer
y sentirse esperanzados.
Pero el mundo los ha decepcionado,
y por eso buscan a los idealistas
para mantenerse cerca de la idea,
pero lo suficientemente lejos
para no dejarse hundir,
ni socavar
cuando la idea no se cumpla,
y vuelvan a fracasar
sus deseos impetuosos
por la paz.
Siempre se burlan de nosotros los idealistas;
pero lo que no saben
es que,
nuestro bien guardado secreto
es agarrar la idea
y mantenerse siempre
en movimiento.